martes, 26 de octubre de 2010

26 de octubre no se olvida...



Diana, lo adivinas tal vez: vamos a levantar en Inglaterra nuestras copas hoy por ti. Tomando nosotros vino y tu tomando por asalto mi memoria tu, toda hecha de lágrimas y risas, que desde que te conozco caminas a mi alrededor, corriendo a veces con furia y a veces caminando en paz, siempre de gigante la energía de combatiente por la causa justa. Hermana, quién tan incondicional como tu, para responder sin decepcionar, mas aun cuando habiendo roto cosas en los pasadizos de la vida, levantas los fragmentos de lo mio, componiéndolos, cuidándolos igual que si fueran tuyos, ayudándome así con empatía frecuente. Tu cara en docenas de formas me viene al recuerdo, a veces en blanco y negro o sepias, reviviendo cómo jugábamos en la aldea (blanco) o algunas de las pocas maldades que preferimos olvidar (negro), o en los colores Kodachrome de las escuelas donde estudiamos juntos. Tus brazos largos seguido cruzan el Atlántico para abrazarme, sin apenas darte cuenta, a veces cuando acabo de cenar, y me acoges convertida en lana de suéteres o bufandas con que me cubro recordando que en algunas casas hace mas frío, pero se siente menos. Y al pensarte agradezco también que seguido te transmutas en la sangre que le corre a mis padres por las venas, para bien y a veces para mal, quién lo ha de negar, si eres también como ellos no sólo cerebro sino humano corazón. Y en generosas dosis me regalas el dolor de estómago que se agradece de tanto carcajearme, así como algunas angustias entre el cuello y el pecho cuando te hago enojar, con largos silencios que has guardado hasta poder anclar aquel pesado buque que carga las treguas que concedes y los armisticios a que te sometes. Hermana si pasaras por aquí nos encontrarías ya empezando a enfriarnos por el clima, pero compartiendo contigo mucho mas que la calidez de los recuerdos: la fogata irrenunciable de la hermandad de una vida en paralelo que nos seguirá dando el haber nacido de los mismos padres. Salud.

viernes, 2 de julio de 2010

Uno de esos entes...

Imagínese un posible ente del que fuera posible acompañarnos por momentos, que fuera sencillo de manejar al principio, pero que con el tiempo creciera en capacidad de memoria, cómputo, cálculo, lenguaje y que llegado el momento adquiriera una relativa autonomía, y luego nos ofreciera obstáculos para dejarse conducir y entretenernos aun mas. Que expuesto al ambiente, a nuestro ambiente, también asimile, se adapte y aprenda a entrar en relación con él. Que cada vez que nosotros le dotemos de nuevos datos y nuevas situaciones solucione y avance en su estado, sus capacidades y sus respuestas. Pensemos que tal maravilla que aunque consumiera cierta cantidad de recursos y energía de nuestra parte, nos tuviera en tal constante estado de asombro y maravilla, que enviciados por su constante variedad y sus inesperados cambios nos impulsará a querer estar mucho tiempo en su contacto. Imagínese que con el tiempo obtendrá capacidad de lenguaje, de diálogo, al principio básico, pero que con la debida evolución no solo nos permitirá darle temas para conversar, sino que pasado el tiempo nos dotará de temas originales que no esperemos para ser cada vez mas y mas fascinante. Imagínese entonces que llegará a poseer tal capacidad que no necesitará necesariamente de nosotros para funcionar sino que será cada vez mas y mas autónomo. Que llegado el momento podrá incluso tener una existencia separada de nuestras instrucciones.
Pues bien, yo disfruto dos de esos entes: se llaman hijas. Y a una de ellas hace poco mas de quince años que la vimos nacer.